viernes, 19 de agosto de 2011


Aprendí que los amores “eternos” pueden terminar en una noche, que los grandes amigos pueden volverse grandes desconocidos. Que nunca conocemos a una persona de verdad, que todavía no inventaron algo mejor que el abrazo de Mamá. Que el “nunca más” nunca se cumple, y que el “para siempre” siempre termina...