No voy a pedir perdón por descubrir en ti la luz de mis latidos. No
he de pedir permiso para adorar
tu rostro dulce y ferozmente.
La gente nada sabe del amor si no se reconoce en nuestros pasos. Y al
lado de la cama –más bien al pie– espero a que esta aurora te despierte Que no espere mis disculpas, corazón, todo empieza y acaba en ti.